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Rangún, Birmania, 1994

Uno de mis lugares favoritos a los que viajar es Birmania, que ahora se llama Myanmar. Una de las mejores cosas de Birmania son los monasterios budistas, tanto masculinos como femeninos. Una mañana estaba deambulando por las calles de Rangún, justo al amanecer, cuando vi a estas monjas caminando en silencio bajo la lluvia y les pregunté: ¿les importa si las sigo mientras la comunidad les da el arroz y la comida que necesitan para el día? A los birmanos les encanta compartir su comida con estos monjes y monjas. Es una tradición que se remonta a cientos y cientos de años atrás. Una de las cosas que me gusta de esta fotografía es la combinación de colores: la forma en que las monjas están vestidas con sus trajes de color rosa y rojo y en el fondo un hermoso edificio colonial que complementa el color de sus trajes. Y fue una mera casualidad que me topara con ellas esa mañana. Pasé alrededor de una hora caminando en silencio bajo la lluvia con ellas y finalmente terminamos en su monasterio. A veces caminan kilómetros alrededor de la ciudad recogiendo su comida para el día y me sorprendió lo deprisa que caminan y lo rápido que son capaces de ir de casa en casa para conseguir una ración de alimento.

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